Con la creciente preocupación por la protección del medio ambiente y la búsqueda de alternativas energéticas más sostenibles, entidades como el Gobierno portugués han fijado varios objetivos que fomentan el consumo y la comercialización de opciones más respetuosas con el medio ambiente.

Uno de los principales ejemplos de esta tendencia es la subasta de hidrógeno, prevista para enero de este año, pero que se ha pospuesto a una fecha aún por determinar. Esta subasta podría movilizar unos 50 millones de euros de ingresos por dióxido de carbono y servirá de apoyo a la descarbonización del sector del transporte de pasajeros y mercancías y de la industria.

En el contexto europeo, se han celebrado varias subastas en el marco del CELE – Comércio Europeu de Licenças de Emissão – que ha servido para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero en diversos sectores de actividad.

Toda la cooperación entre entidades públicas y privadas en la protección del medio ambiente puede marcar la diferencia y, este tipo de subastas, puede ser una herramienta importante para que dicho objetivo sea más alcanzable.